La relación entre arte y sociedad es problematizada de
diversas perspectivas. El arte es muestra de expresión de una sociedad, refleja
formas de percibir el mundo, comprender la historia, sensibilidades y por qué
no, también se anima a mostrar problemáticas de un momento determinado. Sin embargo, las expresiones
artísticas que realmente llegan a interpelar en lo profundo de nuestra cultura,
escapan a las ataduras del tiempo. En muchos casos, sin proponérselo como meta inmediata,
se instauran en un lugar desafiando dicha temporalidad jugando con lo eterno.
Esta trascendencia del arte nos impulsa a un
cuestionamiento filosófico que se refiere más bien a cuál es la actitud que
deben tomar los artistas, o el arte en si, en nuestra sociedad. ¿Arte serio?
¿Arte comprometido? Estas categorías dejan implícito la existencia de otro tipo
de creación que escapa a esos adjetivos. Sería algo así, como obras que no
buscan más que lo efímero, lo circunstancial, pasando por la historia sin
generar absolutamente ningún tipo de reflexión. Este tipo de bifurcación se
comenzó a tejer sobre todo durante la modernidad, entre la vorágine que la
misma implico en la cultura. ¿Pero donde
queda el ideal romántico del artista que deja marcas de su yo individual en sus
obras? ¿Quedan exentos estos mismos de lo que podríamos llamar arte
comprometido?
“Las obras de arte surgen del esfuerzo por expresar
ideales éticos. Determinan la imaginación y la sensibilidad del artista” En
esta definición del cineasta Andrei Tarkovsy, podemos encontrar esta idea de un
artista comprometido con la sociedad, sin embargo, no desdeña lo personal, lo
que el artista siente y percibe. Hay varias concepciones que suelen ser tomadas
un tanto erróneas, como que el arte comprometido parece obligar a quien crea
percibir el mundo desde una tercera persona, como algo exterior a el mismo.
Deteniéndonos profundamente en este análisis, podemos ver
que no es del todo incompatible esta visión “individualista” del artista con lo
que lo rodea. Nadie escapa a los marcos sociales en los cuales vivimos y aunque
se intentara huir de los mismos, el artista y su obra expresan también
implícitamente un compromiso de búsqueda y encuentro con el otro. En esta
búsqueda, se produce una comunión de almas que llegan a través de determinada
obra donde todos somos uno en un mismo mensaje. Donde sin dudas, el yo
individual de cada uno, incluyendo el artista, se sumerge en un yo común a
través del arte. Sin dudas una de las formas más poéticas de comprender y
apropiarse del mundo, ayer, hoy y siempre.
Alejandra
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