Entre los escombros de una catedral devastada, que se alzaba soberbiamente en lo alto del cielo, se refugia la fe de alguien que solía creer en la divinidad, alguien que no encontró luz en su extenuante vida, alguien que vivia entre mentiras intricadas en un mundo de verdades no reveladas.
Hasta que un día con extraordinaria firmesa arrancó sus alas y obteniendo su despojo hacia el averno.
Un infierno de ángeles olvidados lo estaban esperando para crear un paraíso alejado de la mentira bajo la sombra de un espectro, cálido y lúgubre al mismo tiempo.
Un infierno de ángeles olvidados lo estaban esperando para crear un paraíso alejado de la mentira bajo la sombra de un espectro, cálido y lúgubre al mismo tiempo.
Cada lágrima dejada en su interminable recorrido al exilio fue la cuota de sangre que tuvo que pagar con sus ojos, con su llanto, con su dolor sujetado tan solo con el débil esfuerzo de sus lastimadas manos.
En un infierno de ángeles yace hoy quien no pudo creer en lo divino y eterno, hoy su cuerpo reposa fríamente en el sendero de un camino anegado, con la mirada expectante de un ingenuo y etéreo milagro perdido.
Alejandra
(fotografía de Astrid Portales que me inspiro este predecible escrito)
Saludos.
Atte. : Alejandra
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